Al grito de “Viva México” de voz del Presidente Municipal, Jacobo Manríquez Romero

Pénjamo, Gto.- Al grito de “Viva México” de voz del Presidente Municipal, Jacobo Manríquez Romero, los penjamenses reunidos en el jardín principal de la ciudad, “Ana María Gallaga”, hicieron eco al llamado y vitorearon a los héroes que nos dieron patria y libertad.

El alcalde, en gran gala propia para la ocasión, se vio acompañado por representantes del Ejercito Mexicano, de las reinas de la ciudad, los regidores del ayuntamiento en pleno, la presidenta del DIF Estatal, los directores de área de la actual administración

En la tierra que vio nacer a Don Miguel Hidalgo Y Costilla, los habitantes, cubriéndose con plásticos, sobreros, sombrillas y como podrían por la pertinaz lluvia, se concentraron en el Jardín para, con solemnidad y respeto, revivir esos momentos, allá en Dolores Hidalgo, Guanajuato, el cura convocó al pueblo a luchar por la libertad y la soberanía.

Desde luego no faltaron los fuegos pirotécnicos, el castillo de luces multicolores, los antojitos mexicanos desprendiendo sus gratos olores, los niños y jóvenes con sus padres, como familias orgullosamente mexicanas,  las delegaciones de maratonistas empuñando el fuego simbólico presentes en tan importante acontecimiento en la vida de nuestro país.

Pénjamo vivió una vez más las fiestas patrias, con alegría, emoción, respeto y solemnidad, en un ambiente de paz y armonía, con un municipio pujante, con deseos de superarse y ser mejor, como se demostró estas noche tan trascendente para la vida de los penjamenses y los mexicanos en general.

Tras el tradicional grito de independencia, de vitorear a los hombres y mujeres que lucharon por darnos la libertad de que hoy gozamos, el Presidente Municipal, Jacobo Manríquez Romero ondeó el lavado patrio con gran emoción y orgullo, siendo esta la primera vez que lo hace como representante de todos los penjamenses.

Después del acto protocolario y emotivo, el pueblo convivio felizmente, en una gran fiesta de libertad y patriotismo, disfrutando de todos esos antojitos que los puestos ofrecían a los asistentes, frente al templo de San Francisco y el mercado.